Una lágrima bajó y recorrió
parte de mi rostro, rostro
que un día dibujo una sonrisa
al sentir que tu mano la
recorría suavemente
tratando de hacerla dormir.
Dormir que un día me
despertó de sobretiempo
con el frío balde del desamor.
Desamor amargo y eterno
que fluye y se alimenta
de mi interior y de mis sueños.
Sueños que ya no reparan
el vivir una solitaria realidad
bajo la sombra de la teatral
variette de lo mundano.
Mundano año que se presentó
bajo mis propias ganar, ideas
consentimientos y decisiones.
Decisiones que regalaron
lo más preciado que tenía en
la vida, lo más preciado que hoy
ya no está, ni en cuerpo, ni en alma.
Alma que me robara sin permiso
el rio de la plata para ahogar
bajo sus extensas y profundas
aguas el amor de quien hoy
sigue siendo lo más preciado
que no tengo y que mi lágrima
corre en honor de las lágrimas
que un día besé en sus ojos
tratando de consolarla, tratando
simplemente de hacerla feliz.